lunes, 6 de junio de 2016

La leyenda del tiempo, Federico García Lorca

Bosque. Grandes troncos. En el centro, un teatro rodeado de cortinas barrocas con el telón echado. Una escalerita une el tabladillo con el escenario. Al levantarse el telón cruzan entre los troncos dos Figuras vestidas de negro, con las caras blancas de yeso y las manos también blancas. Suena una música lejana. Sale el Arlequín. Viste de negro y verde. Lleva dos caretas, una en cada mano y ocultas en la espalda. Acciona de modo rítmico, como un bailarín.

ARLEQUÍN.

El Sueño va sobre el Tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del Sueño.

(Se pone una careta de alegrísima expresión.)

¡Ay, cómo canta el alba! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

(Se quita la careta.)

El Tiempo va sobre el Sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.

(Se pone una careta de expresión dormida.)

¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

(Se la quita.)

Sobre la misma columna,
abrazados Sueño y Tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.

(Con una careta.)

¡Ay cómo canta el alba! ¡Cómo canta!

(Con la otra careta.)

¡Qué espesura de anémonas levanta!

Y si el Sueño finge muros
en la llanura del Tiempo,
el Tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.

¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

(Desde este momento se oirá en el fondo durante todo el acto, y con medidos intervalos, unas lejanas trompas graves de caza. Aparece una Muchacha vestida de negro, con túnica griega.Viene saltando con una guirnalda.)

Federico García Lorca: Así que pasen cinco años. 



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